Te conocí un día cualquiera,en un sitio cualquiera.
La ciudad parecía que se había puesto de acuerdo solo para que nos cruzáramos y,porque no,el bullicio y la aglomeración tenían hasta su parte bonita de todo esto.
Recuerdo tus ojos y los pasos que diste tras comprobar si era o no era yo. Me había dado cuenta y mantenía la cabeza gacha,esperando a que llegaras y me dijeras ''hola. Siempre he estado aquí''.
Tus pasos dejaron de resonar y volvimos a caer en lo que antes habíamos pensado y nunca habíamos hecho.
Me acerqué y caminamos largo. Apenas unas palabras acompañaban todo el paseo,pero todo era suficiente.
''Me preguntarás porque he tardado tanto. Supongo que el simple hecho de verte feliz me hacía sonreír,pero...siempre quedas tú. Esperaba verte día tras días,hasta que llegó el momento en que solo podía imaginarte y quedabas en mi memoria,solo para mi. Ahora me he hecho mi comentario critico y sé perfectamente que tú no querías la vida que yo te podía ofrecer.''
A partir de estas palabras,mis manos temblaban y tú me mirabas con un aire de sorpresa y satisfacción que nunca había visto en tu rostro.
He cambiado- dijiste mientras me agarrabas de las manos- No soy ni la mitad de la persona que te dejó escapar,sin embargo,sigo siendo la persona que cuando la miras le tiemblan las piernas.
El siguiente trayecto fue distinto al primero. Sobraban los gesto de aprobación y las palabras que contenían todo lo que no nos habíamos dicho en meses.
Llegamos a tu casa (a penas 5 minutos de la mía) mientras el diluvio universal caía por segunda vez en la historia. Tu pelo,ahora rizado,parecía salido de una de esas películas de los años 80.
Con un gesto,indicaste que entrara.
No tenía intención de hacerlo y cuando me di cuenta,corría calle abajo intentando resguardarme de la lluvia. Mi intención era poco más que el llegar a casa sana y salva o al menos alguna de las dos cosas.
Apenas hablamos los días siguientes. Tú estabas ausente y yo ni siquiera quería saber del mundo. Era cierto que deseaba que me llamaras y me arrastraras a verte,de la misma forma en que yo había ido la primera vez,pero los días pasaban y tú no podías más que decirme un simple hola.
Por segunda vez consecutiva,los rayos vislumbraban tu casa de fondo mientras paseaba al perro pensando en ti. Una leve vibración llegó a mis oídos y al segundo sabía que eras tú.
Los pasos me llevaban hasta tu casa y a penas escuché nada que no fuera el susurro de un ''pasa'' tras el telefonillo.
Esperabas al otro lado. No parecías nerviosa,solo el brillo de tus ojos denotaba cierta picardía en todo lo que estaba pasando.
Fuimos directamente a tu cuarto y pusimos la película que tantas veces habíamos visto juntas (supongo que para rememorar viejos tiempos).
Entre caladas de sustancias,la mirada solo podía dirigirla a ti. Me envolvía la sensación perfecta, la sensación de estar completa y con las notas de las canciones de nuestra película por toda la habitación. Apenas estábamos a centímetros y podía escuchar tu respiración y tus suspiros....tu embriaguez.
Andábamos tan cerca que rozaba tu piel. Caliente al contacto con la mía.
Quería agarrarte,besarte y no quedarme quieta como una pasmarote mirándote. Sin parar de mirarte...sin poder hacer nada más.
''¿Te he dicho alguna vez que eres mi puto punto débil? ''
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